Desde Alemania un granjero refiere una historia sobre una
cogujada. Adiestraba a sus perros pastores con órdenes silbadas y aquel
pajarillo debía estar observando sorprendido cómo animales tan grandes
obedecían al instante el corre, aprisa, detente y ven aquí. La cogujada
aprendió aquellas cuatro melodías y en lugar de su canto habitual, los perros
pastores obedecían sin chistar las órdenes fueran de amo o pájaro. Aquel
avecilla decidió que algo así lo tenía que enseñar y en aquel pueblo, desde ese
día, las cogujadas divertidas silbaban a los perros pastores que corrían y
paraban, iban y venían al silbido pajaril.
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