Las aves también duermen al igual que nosotros y,
también como nosotros, el sueño es en parte ligero y en parte, profundo. Pero
aquí surge la maravilla, son capaces de dormir con medio cerebro, y un ojo
cerrado mientras el otro ojo está abierto y atento. Cuántas veces hemos deseado
que nuestras pesadillas fueran, al menos la mitad de lo que fueron. Cuántas
veces habremos implorado a un dios piadoso que librara a los hombres de al
menos, una parte de sus tormentos. Buhos, lechuzas y mochuelos, criaturas que
sólo se entregan a medias a las sombras, sabios espíritus del bosque.
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